Simplemente un día te encuentras en tu escuela dándote cuenta de que no podrías vivir sin la danza, que se ha convertido en tu estilo de vida. Y cuando lo haces, normalmente ya estás tan metida que has perdido la objetividad fuera de este mundo.

Si esto ocurre y eres consciente de ello creo que es necesario hacer un alto, respirar, coger aire y disfrutar de aquellas cosas que también te llenan y en las que no necesariamente está implicada la danza.

Eso es lo que yo he hecho este fin de semana. Con la personita más importante para mí en este mundo he cogido el coche para ir a respirar un aire diferente. Y aunque la danza siempre está presente en las dos (compartimos nuestra pasión), por un día nos hemos dedicado sólo a nosotras, la una a la otra y a vivir y sentir el momento.

Aunque las recompensas son muy grandes la danza exige sacrificios, que desde luego seguiré haciendo, pero no voy a renunciar a seguir viviendo momentos como los de este fin de semana.

Vestido: Zara